Amistad

Se pueden tener muchos amiguillos y colegas a lo largo de la vida, pero al final, pocos son los que de verdad valen la pena. Con pocos puedes contar cuando necesitas verdadero apoyo y tienes grandes problemas. Esos son los que vale la pena conservar.

He tenido algo de mala suerte en ese aspecto. Ya desde bien cría me junté con otras 2 chicas que fueron mis mejores amigas del colegio. Las 3 éramos una piña, pero cada 2 por 3, una se enfadaba con la otra y entonces la que no tenía nada que ver con la discusión se ponía de parte de la primera dejando a una fuera. Completamente sola. Ya dicen que los niños son crueles. Con el paso del tiempo, una de nosotras cambio de colegio y aunque prometimos que las cosas iban a seguir como siempre, no fue así. Ella cambio de amistades y todo lo que habíamos compartido se terminó, quedó en el olvido. Hoy todavía las veo, y no pasamos de un hola, qué tal, me alegro de que estés bien, como si fuéramos simples conocidas.

Luego llegó el instituto, y con él la pandilla de amigas con las que empiezas a salir y a experimentar. Bendita adolescencia, qué pocos problemas teníamos y que gordos nos parecían. Eso de estar en el recreo y que Fulanito no te mirara era lo peor que te podía pasar, pero si por el contrario pasaba por tu lado y te saludaba, era todo un festival de gritos y abrazos cursis. El caso, que teníamos buena pandilla, con nuestros más y nuestros menos, como todo el mundo, pero al final, con el paso de los años, los "novios" y las distintas carreras y motivaciones, nos hemos distanciado mogollón, de manera que algunas hace años que no las veo y con otras voy teniendo algo de contacto esporádico.

Pero hace 12 años te conocí. No eras como las demás, eras más parecida a mí. Tus padres y los míos parecían sacados del mismo patrón y poquito a poco nos fuimos conociendo hasta que llegué a llamarte mi mejor amiga. Los recreos eran para estar juntas, los findes eran para estar juntas, y cuando no compartíamos clase, nos escribíamos cartas con nuestras historias. El grupo se distanció, pero tú y yo aguantamos. Hasta que llegó el momento de irnos a estudiar fuera. Cada una con su pareja y con muy poco tiempo para lo demás. Dejamos de vernos y el contacto también disminuyó muchísimo, pero hoy me alegra poder decir que este año la cosa ha cambiado. Has vuelto a venir a verme, hemos vuelto a hablar como antes, y ayer concretamente volví a sentirme como la niña de 12 años que tenía una mejor amiga con la que podía contar para todo, sin importar nada.

Nos habremos fallado la una a la otra, seguro, pero es un gustazo poder decir que no hemos perdido lo que teníamos. Siento que te tengo aunque estés a unos pocos kilómetros y sé que tú también lo sientes.

La verdadera amistad es lo que tiene, está para lo bueno y lo malo, y siempre se puede contar con ella. Gracias pequeña :)
+1

Claudia P.

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4 trocitos de felicidad:

  1. Los pelos como escarpias... TKM

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  2. Me siento realmente identificada con esta entrada...y estoy completamente de acuerdo con todo lo que has escrito. Y como bien dices, puedes considerarte dichosa al tener una amistad tan especial como la que tú tienes.

    PD:Gracias por pasarte siempre por mi blog ^^

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  3. Es hermoso poder decir en voz alta que tienes una Amiga o Amigo.
    Ojalá que aunque os separen los kilómetros, vuestros corazones sigan unidos como entonces.

    Besitos mágicos.

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  4. Es bella la amistad cuando es de verdad... MUA

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