Una preciosa noche de mayo una dama vestida de azul, acompañada de un caballero, paseaban por la aldea. Las gentes del lugar ya se habían retirado de las calles y la soledad adornaba las esquinas.
Fue entonces cuando un rayo de luna se depositó en un pequeño puesto de la plaza de dicha aldea. Curiosos se acercaron a ver de cerca esa maravilla y dos preciosos pendientes en forma de luna, descansaban sobre una tela azul oscura. Los ojos de la dama adquirieron el color de la plata y con mucha delicadeza, el joven retiro los pendientes que ella llevaba, para cambiarlos por las lunas. Esos pendientes se han convertido en los preferidos de la chica y sólo pueden llevarse en determinadas ocasiones.
Fue la noche del viernes anterior, cuando la chica se puso por segunda vez dichos pendientes, y a mitad de noche se dio cuenta de que uno de los pendientes no colgaba de su oreja. Con la tristeza reflejada en los ojos y buscando desesperada, tuvo que admitir después de una hora que no iba a recuperar su preciosa luna de plata. Pero al día siguiente, decidida a no perder su luna por nada del mundo, regresó acompañada del joven y por obra de la magia encontró la luna, algo magulladita, pero su luna al fin y al cabo. Una sonrisa llena de felicidad apareció en la cara de la dama y ambas lunas se han encontrado de nuevo. El destino no quería que se separasen. El destino quería que esas lunas de plata estuvieran con la dama azul. Gracias.
Fue la noche del viernes anterior, cuando la chica se puso por segunda vez dichos pendientes, y a mitad de noche se dio cuenta de que uno de los pendientes no colgaba de su oreja. Con la tristeza reflejada en los ojos y buscando desesperada, tuvo que admitir después de una hora que no iba a recuperar su preciosa luna de plata. Pero al día siguiente, decidida a no perder su luna por nada del mundo, regresó acompañada del joven y por obra de la magia encontró la luna, algo magulladita, pero su luna al fin y al cabo. Una sonrisa llena de felicidad apareció en la cara de la dama y ambas lunas se han encontrado de nuevo. El destino no quería que se separasen. El destino quería que esas lunas de plata estuvieran con la dama azul. Gracias.