Perdiendo la fe en la humanidad

Perdiendo la fe en la humanidad
Creo que una de las cosas que más me jode, es ver cómo la gente se aprovecha de aquellos que son más débiles y no pueden defenderse. 

Era hace unas semanas cuando a una vecina que estaba barriendo la terraza, se le cayó un trozo de baldosa a la calle. Desde un octavo, la baldosa cogió velocidad y al estamparse contra el suelo, se hizo añicos, y salió despedida en varias direcciones. La buena suerte fue que a nadie le cayó encima, la mala, que uno de los trozos, rozó a una señora en la frente haciéndole una herida.
Mi vecina, una mujer viuda que vive sola y de más de 80 años, se asustó cuando vio que la baldosa volaba, y se asomó al balcón. Craso error. Desde abajo la vieron y empezaron a decir que la habían tirado a drede, y que la iban a denunciar. Vino la policía, hablaron con la mujer accidentada, visitaron a mi vecina y quedó patente que la pobre mujer no había hecho nada, y que por suerte no había sido grave, ya que la herida fue superficial. 

Pero la cosa no termina aquí. Mi vecina con un susto que todavía no se le ha quitado, y la señora accidentada, que se puso en contacto con el seguro porque quería sacar tajada del asunto. El seguro pasó de todo y ahora esta señora le exige a mi vecina que le pague dos móviles, porque del susto se le cayeron al suelo y se han roto (no uno, sino dos, que ya me dirás tú que haces con dos móviles en la mano!!!). Y claro, la pobre mujer, para evitar problemas, dice que irá al banco y sacará el dinero. Que no quiere llegar a más, que sólo quiere olvidar el tema. 

Que sí, que hay que tener cuidado con lo que se hace en una terraza, que si se cae algo le puede caer a alguien encima, pero creo que aprovecharse de una pobre mujer mayor, por algo que ha sido un desliz, es cruel e inmoral.

Este tipo de gente me da asco.

Pequeños placeres de la vida 23

Pequeños placeres de la vida 23
Una de las cosas que me gusta cuando llega el frío (algo bueno tiene que tener) es sacar mis sábanas de franela (o sábanas de pelo, como las llamamos en casa). 

Todo el día con frío (vaya fin de semana ha hecho) y llega la noche. Te pones el pijama y te espera la cama, con esas maravillosas sábanas que nada más meterte en ellas, ya estás calentito. Porque no son como las típicas sábanas que están fresquitas hasta que calientas el trocito en que te has colocado. Son simplemente maravillosas, y para alguien como yo que siempre tiene los pies helados en estas fechas, vienen estupendamente. Buenas noches.
Situación de ayer por la tarde, cuando fui a buscar a las extraescolares a la niña a la que cuido. Me encontré con mi profe de sexto de primaria y nos alegró mucho el encuentro. Ella es una de esas personas maravillosas con la que aprendí un montón y a la que eché mucho de menos en mi primer año de instituto.


- Cuánto tiempo Claudia, ¿cómo estás?
- Bien, ¿y tú?
- Aquí, esperando a mi nieto. ¿Dónde estás este año? 
- En mi casa, en el paro, que la cosa está muy mal. 
- Vaya... ¿y por lo demás? ¿tienes novio?
- No, ahora estoy soltera y sin compromiso. 
- ¡No tienes de nada! 


Y ahí es cuando de pone a reír como si no hubiera un mañana. Maravilloso, ahora soy un chiste con patas. 
Suerte que al final lo arregló diciendo: seguro que no tienes, porque no quieres.

De justicia poética

Cuando aún estaban juntos y felices, él le hizo un regalo. Era una piedra preciosa en forma de corazón, de textura fría y suave. Fue un símbolo: él le entregaba su corazón, y ella lo guardo con mimo. 

Pasó el tiempo y esa relación terminó con el corazón de la chica hecho añicos. 

Tiempo después, la chica ya curada decidió deshacerse de todas aquellas cosas que todavía guardaba de esa relación, y se topó de nuevo con el corazón de piedra. Empezó vaciando la caja de cartas, fotos, joyas y demás objetos vacíos de significado. No tiró el corazón. Una idea prendió en su cabeza. 

Fue hace poco cuando retomó el corazón de piedra. 

Cogió el coche y se fue a su sitio especial en plena naturaleza, uno de esos lugares en los que no hay lugar para recuerdos, sólo para ser feliz.
Bajó del coche y echó a andar. En una mano el corazón, en la otra un martillo y una sonrisa inmensa en el rostro. Lentamente, dejó la piedra en el suelo a la vez que se arrodillaba. El golpe fue certero, y una gran parte del corazón de piedra saltó y se perdió. No le interesó averiguar dónde había ido a parar. Cientos de trocitos de la gema quedaron esparcidos en el suelo al lado de otros dos trozos más grandes. Cogió uno, se levantó y al otro trozo simplemente le pegó una patada. Caminó un poco más allá y llegó a una zona escarpada donde casi cayó cuando era pequeña. Un poco más lejos estaba el río. Lanzando con todas sus fuerzas el último trozo de la piedra preciosa, se permitió un único pensamiento acerca de aquel chico que un día rompió su corazón: “Tú rompiste mi corazón, y ahora soy yo la que rompe el tuyo. Es de justicia poética.

"Hay cositas que uno deja tras de si, momentos de vida anclados en el polvo del tiempo. Puedes intentar hacer caso omiso de ellos, pero esas naderías puestas en fila forman una cadena que te une al pasado".
Esta noche he vuelto a verte. 

Juntos de nuevo bajo el mismo techo, con pocas personas entre nosotros, sin establecer ningún contacto, ni un cruce de miradas, pero a pesar de todo sé que me estabas mirando. Sentía como no podías apartar tus ojos. Y yo he disfrutado de la sensación de ser poderosa otra vez. 


¿Y si estamos destinados a encontrarnos de nuevo?


Esta noche he vuelto a verte. O en realidad no. Quizá no te he visto. Pero sé que eras tú. También sé que yo no soy la que fui. Y me encanta. Qué bonito es vencer las tentaciones. Qué bonito es sentirse fuerte. Qué bien sienta ganar en este juego. Qué bien sienta haber ganado la libertad.

El tiempo y mi pelo

El tiempo y mi pelo
Tengo una melena peculiar: con un poco de espuma me queda un rizo muy bonito, y con un poco de plancha, se me queda liso. Eso sí, eso de dejar que se seque al aire, imposible. Se me queda una bocha toda erizada que es indomable. Vamos, que me da un poquito de trabajo.

En verano opto por rizarlo: tardo poquísimo y además con la plancha me entran los calores del infierno. Y en invierno, por lo general me lo plancho (a no ser que den lluvias o niebla, porque entonces se me encrespa a la velocidad de la luz y es mejor rizado).

Este domingo, con el buen día que hacía, pensé en plancharlo porque hacía días que lo llevaba rizado. El caso, es que debo ser gafé, porque el lunes amanece lloviendo. Tuve suerte y no necesité salir de casa, así que no me afectó. Y hoy ha sido cuando al salir por la mañana, casi se me lleva el viento. Todo el pelo por la cara (porque ni siquiera he pensado en hacerme una coleta, y es que por las mañanas voy un poco dormida) y ni os cuento cuando por fin he llegado a mi casa. He intentado peinarlo y desenredarlo, pero me han entrado ganas de llorar (por el daño que me estaba haciendo, y por ver como el peine se quedaba incrustado en mi pelo sin poder avanzar). 


A este paso, me dará uno de mis barruntos extremos y me corto la melena. Arriba el pelo corto!!!!!!

Pequeños placeres de la vida 22

Pequeños placeres de la vida 22
Una de esas cosas que se agradecen es tener tiempo para uno mismo. Especialmente si has tenido unos cuantos días estresantes, en los que no has parado ni un segundo.
Por eso, llegar el domingo a última hora, y ver que todo lo que tenías pendiente ya está terminado, y que aún te queda un rato para ti, es maravilloso.

Sólo va a ser una horita antes de cenar, pero voy a dedicármela a mí :)