Ha sido un mes extraño. Esperaba con miedo momentos que todavía no han llegado y por eso no he disfrutado todo lo posible el mes. Aún así no ha sido malo, al contrario. Volví a ver a mis nenes y a mis compis del cole, he conocido a mi segundo sobrino, he pasado unas fiestas patronales muy buenas gracias a la visita de una amiga de la universidad, he trabajado en el campo y por último he disfrutado en buenísima compañía de un Gran Premio de MotoGP. No puedo quejarme.
Ahora toca aterrizar y empezar a pensar en condiciones en el nuevo curso. Sigo esperando que me llamen para trabajar (esa es una de las cosas que me da miedo, porque no sé dónde puedo terminar, ni cuándo, ni cuánto tiempo) y en casa seguimos esperando otra llamada bastante menos alegre pero necesaria.
Mañana comienza un nuevo mes, a ver qué nos depara. Por lo pronto, comenzaré mis clases y el gimnasio, que el mundo no se para y yo no puedo esperar eternamente.