Una de las peores cosas que te puede pasar siendo profe, es perder la voz.
Y a mí, es la segunda vez que me pasa.
Este mismo año, en febrero, lo experimenté por primera vez. Lo pasé tan mal que sólo deseaba que fuera una de esas experiencias que se viven una vez en la vida. Pues no, la mala pata me persigue y he terminado la tarde sin voz.
Y no os vayáis a pensar que se debe a que este fin de semana ha sido de excesos, sino que precisamente por notarme un poquito de mal de garganta, ni salí. Me porté bien, cuidé mi garganta, y así he seguido hasta hoy. Pero claro, una clase de 21 niños de 4 años exige un tono de voz algo alto, y al final de la tarde he notado que ya no podía más. Los 70 kilómetros de vuelta a casa han transcurrido en silencio (por mi parte, me he tenido que conformar escuchando a mis compis) y cuando he llegado a casa, me he limitado a saludar con la mano.
Voy a ver si encuentro algún remedio casero para recuperar un poquito de voz, porque tengo que acabar la semana. Qué miedo... si en lunes estoy así, no quiero imaginar cómo estaré el viernes.
Este tiempo es lo que tiene... mucha vitamina A, y pañuelito en la garganta ;)
ResponderEliminarQue te mejores!! Besos!
Así ha sido, cuello alto y leche con miel! hoy ya se me escucha, aunque cnd llevo un ratito hablando se queda en un murmullo, jaja. Un beso
EliminarLeche caliente con miel.
ResponderEliminarFíjate que no me gusta, pero ha venido bien :)
EliminarA mí en los años anteriores en Fraga nunca me había pasado, pero este año, ya es la segunda vez... y mira que soy de gritar siempre e incluso en fiestas rara vez me quedo afónica (un poquito ronca, sí, pero no perder la voz). Y sí, me toca hablar alto y de vez en cuando (demasiado a menudo con algún canijo) me toca pegar el chillido de la muerte, pero bueno. Estoy deseando que llegue el finde para descansar la garganta :)
ResponderEliminar¡Cuídate!
ResponderEliminarSaludos