Cuando aún estaban juntos y felices, él le hizo un regalo. Era una piedra preciosa en forma de corazón, de textura fría y suave. Fue un símbolo: él le entregaba su corazón, y ella lo guardo con mimo.
Pasó el tiempo y esa relación terminó con el corazón de la chica hecho añicos.
Tiempo después, la chica ya curada decidió deshacerse de todas aquellas cosas que todavía guardaba de esa relación, y se topó de nuevo con el corazón de piedra. Empezó vaciando la caja de cartas, fotos, joyas y demás objetos vacíos de significado. No tiró el corazón. Una idea prendió en su cabeza.
Fue hace poco cuando retomó el corazón de piedra.
Cogió el coche y se fue a su sitio especial en plena naturaleza, uno de esos lugares en los que no hay lugar para recuerdos, sólo para ser feliz.
Bajó del coche y echó a andar. En una mano el corazón, en la otra un martillo y una sonrisa inmensa en el rostro. Lentamente, dejó la piedra en el suelo a la vez que se arrodillaba. El golpe fue certero, y una gran parte del corazón de piedra saltó y se perdió. No le interesó averiguar dónde había ido a parar. Cientos de trocitos de la gema quedaron esparcidos en el suelo al lado de otros dos trozos más grandes. Cogió uno, se levantó y al otro trozo simplemente le pegó una patada. Caminó un poco más allá y llegó a una zona escarpada donde casi cayó cuando era pequeña. Un poco más lejos estaba el río. Lanzando con todas sus fuerzas el último trozo de la piedra preciosa, se permitió un único pensamiento acerca de aquel chico que un día rompió su corazón: “Tú rompiste mi corazón, y ahora soy yo la que rompe el tuyo. Es de justicia poética.”
Historia real? Yo del pasado he quemado todo lo que tuve a mano de la primera relación, pero de las otras no pude
ResponderEliminarPodría decirse que tiene parte de verdad.
ResponderEliminarY de alguna forma inexplicable le habrá llegado a él esa rotura...
ResponderEliminarEstaría bien, Maripi :)
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