Mientras su padre cerraba la tapa del contenedor, Silvia notó como una lágrima solitaria caía por su mejilla. Dentro de aquella bolsa iba su muñeca Nina, a la que le faltaba un ojo, pero que siempre había sido su juguete favorito. Papá insistía en que ya era mayor para jugar con muñecas. Silvia no estaba de acuerdo, pero su padre había tomado la decisión.
Volvieron a casa, y Silvia se metió en la cama desolada. Al día siguiente, Nina estaba mirándola desde su estantería de siempre. Tenía dos ojos. Uno de ellos del mismo color verde de los ojos de su padre.
Ojo por ojo...y el mundo se quedará ciego.
ResponderEliminarMuy chula la historia
Gracias Toni :)
ResponderEliminarPor cierto, espero una foto esta noche, jajaja
Me encanta esta historia y me encanta tu blog, no se como no lo había descubierto antes!
ResponderEliminarY esta pequeña historia..? uff.. intensa, como poco..
Un besito, me paso :)
macabramente bonita. Sludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias Luciérnaga.
ResponderEliminarY muchas gracias también a wig.
Da gusto escribir microrrelatos con vosotros :)