Érase una vez una familia al revés. Mamá adora asaltar el armario de los dulces. Siempre lleva alguna mancha de chocolate en la camisa. Papá no quiere irse a dormir si antes no le leo un cuento. Mi hermana mayor pasa el día jugando con sus muñecos inventando historias inverosímiles. Y yo estoy harto. No sé qué ocurrió cuando abrí aquel extraño libro y desee que no me trataran como a un niño pequeño. Ahora el libro ha desaparecido y yo tengo que hacer la cena. Sólo quería irme tarde a dormir.
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Me ha gustado esa sensación de insatisfacción que se refleja, es como si fuera uno de estos niños que tiene que sacar adelante a su familia y rechaza a todo lo que tiene derecho por los demás...
ResponderEliminarMe ha encantado!
Besos.
Hay que tener cuidado con lo que se desea, porque a veces se cumple.
ResponderEliminarMuchas gracias Undestinocontigo :)
ResponderEliminarDavid, hay que tener mucho cuidado, no vaya a ser que se cumpla :P
Da alegría y un poquitín de envidia sana el ver la imaginación que tienes y ver que la mía no le da la gana de escribir.
ResponderEliminarjo!
Me alegra haberte sacado una sonrisita Cé, así los lunes molan más, ¿no?
ResponderEliminarToni, eso te iba a decir, que a ver cuándo vuelves a tu blog! Tengo que admitir que me costó sacar el microrrelato, pero a veces hay que hacer un esfuerzo :) Ánimo!
Y encima tendrá que pagar la hipoteca...la suerte es que a los 40 se la abra quitado de encima.
ResponderEliminarTu relato me recuerda tanto a algo, y no doy con ello ;)
ResponderEliminarManuel, no lo había pensado por ahí, jaja. La verdad que pobre criatura, la que le ha caído encima por querer irse a dormir tarde!
ResponderEliminarSi algún día te acuerdas, ya me contarás Fran :)
ME ENCANTA!!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Maripi :)
ResponderEliminarQué alegría leer eso.