Hablaba con ella y veía brillo en sus ojos y una sonrisa de idiota que no le cabía en la cara. Además le faltaban las palabras, cosa que a ella nunca le ocurría. Ella es la típica chica que no cree en el amor, que ha preferido estar sola la mayor parte de su vida y que además era feliz en su soledad. Y ahora está completamente enamorada. La miro y no puedo dejar de sonreír, nunca antes la he visto así y me encanta, porque se lo merece.
A él todavía no lo conocía personalmente, pero cuando vino a recogerla, no me quedó ninguna duda de que sentía lo mismo que ella. No podía dejar de mirarla y la sonrisa tampoco le abandonaba. Él lo había pasado mal y tenía miedo de querer. Ahora se han encontrado.
Y yo los veía, y me maravillaba. Y en lo que tarda el corazón en latir una sola vez, me di cuenta de algo: creía que sí, que yo lo había tenido y que yo había sentido todo eso, pero después de ver cómo se miraban y cómo se sonreían, ya no lo tengo tan claro.
Felicidades por el post!
ResponderEliminarEs el mejor sentimiento del mundo...sobretodo cuando es correspondido!
Saludos
Seguro que sí, lo que pasa es que cada uno lo vivimos de una manera y desde fuera se ve distinto.
ResponderEliminarBesos
Nunca se sabe, eso sí es delicioso verlo.
ResponderEliminarBesos
Gracias Andrea Bienestar, por tu visita y tus palabras ;)
ResponderEliminarDavid, si, cada uno lo vivimos de una forma, pero yo echo la vista atrás y esa mirada creo que no la he llegado a tener.
Pilar, y tanto que es delicioso verlo :)
Un beso a todos :D