Cuando unes tu trabajo, amigos y una afición

Este segundo trimestre ha sido corto, intenso y agotador. Ya está llegando a su fin pero antes de poner el punto final os voy a contar una de las experiencias más chulas que he tenido como profe.

Lo de hacer proyectos en los coles es algo cada vez más común, pero lo de que todo el ciclo vaya a la par con un mismo proyecto es algo menos visto. Y este año en mi cole nos hemos atrevido con un proyecto internivelar de castillos. La verdad que nos ha costado, lo de coordinarse ha sido difícil y en algunos momentos hemos hecho muchas cosas sin tener en cuenta a las demás. 

Pero si que ha habido cosas buenas a destacar como que el edificio de infantil parece un pequeño castillo. Al llegar las puertas de cristal tienen vidrieras y al entrar un simpático bufón te da la bienvenida en los 3 idiomas que se estudian en el cole. Además hemos tenido la gran suerte de contar con una familia maravillosa que nos ha construido 4 torres con sus arcos correspondientes y un trono real para el hall de nuestro edificio. En todo el pasillo hay una muralla, con una lámpara enorme de araña en el techo y varias antorchas. Las puertas parecen medievales con sus bisagras y sus rastrillos. Y los estandartes, cuadros medievales y escudos le dan el toque final. Han sido mogollón de horas invertidas que hemos sacado hasta de nuestro rato de comer pero ha merecido la pena. Y la semana pasada nos atrevimos con una excursión al castillo de mi pueblo: 80 niños de Fraga vinieron el pasado 10 de marzo a Monzón.

Confieso que estaba nerviosa a la par que emocionada. 
¿Saldrá bien? ¿Aguantarán los peques de 3 años la subida? ¿Les gustará? ¿Hará buen tiempo?
Y ahora puedo contestar a todo que SÍ. Y es que en el castillo contamos con la ayuda de dos de mis amigos que les enseñaron a mis niños el castillo con una visita teatralizada genial. Los peques fueron despacito pero aguantaron como jabatos y encima se portaron genial. Después de hablar con ellos me quedo con sus caras y con la frase que le dijo un niño a su madre al llegar a Fraga: "ha sido el mejor día de mi vida". Y encima nos hizo un sol divino.

Ahora nos quedan 3 días de cole para preparar el gran final: una jornada medieval con juegos de la época, talleres, una danza medieval y un banquete real. Ya os contaré qué tal termina todo.


Londres. Día 4, vuelta a casa

Ya dicen que lo bueno si breve, dos veces bueno. Yo me lo tomo al pie de la letra y hago viajes relámpago (la semana blanca no da más de sí, una pena).


Domingo por la mañana, cuarto día en Londres, en el que nos levantamos para hacer la maleta y dar un último paseo por este bello lugar. Tomamos el metro y vamos de nuevo a la zona de la catedral. Tengo que aguantar comentarios jocosos hacia mi persona, cuando uno de mis compis dice señalando una esquina donde eché las tripas: mira, ahí está tu ADN. Pero no me importó, hubo risas, y así pude disfrutar de Saint Paul sin estar muriéndome, lo cual ayuda bastante.

Llegamos a The Globe y continuamos de paseo hasta Tower Bridge. Creo que tengo fotos de este puente desde todos los ángulos posibles. Cuando haga mi Hoffman del viaje (es otra de las cosas que me gusta después de un viaje de estos, que parece que si dejas las fotos en el ordenador, luego ya no las ves más), no sabré cuáles elegir.

Se nos hacen las 12 del mediodía y volvemos al hotel para recoger las maletas e ir a coger el tren que nos llevará al aeropuerto. Vamos todos con la cara larga, no soy la única que el viaje le ha sabido a poco.

Pasar el tema de seguridad en Londres es más peliagudo que aquí, se lo toman todo mucho más en serio. Hasta el punto de que a mi compi de viaje lo cachearon de arriba a abajo y le preguntaron si llevaba una bomba porque el detector pitó por sus pendientes. 

En el vuelo me vuelvo a dormir (y eso que al lado me tocó un tío que antes de despegar ya estaba roncando, pero a mitad de viaje una azafata chocó con el carrito de comida en su rodilla y lo despertó) y a las 7 hora española, aterrizamos en Barcelona. 

Ahora solo nos faltan casi 3 horas de bus, y a las 10 y pico de la noche llego a mi casa, acelerada perdida, con muchas ganas de hablar y con cero intenciones de irme a dormir. El lunes me acordé mucho de mí misma...

Fue bonito mientras duró. 

Londres, espero que volvamos a vernos. Ha sido un placer a pesar de tus plantas que me dan alergia mortal.

Cuando pierdes la fe en la humanidad

Iba a traer hoy la última parte de mi viaje a Londres, pero hoy he despertado con una noticia escalofriante. Ayer murió un guardia civil arrollado por un coche que se quería saltar el control de alcoholemia. Las fuentes dicen que al principio el coche se detuvo, pero después agarraron al guardia civil del brazo y el vehículo emprendió la fuga, arrastrando al pobre hombre varios metros y provocando finalmente su muerte. Todos los ocupantes del vehículo eran menores, por lo que el conductor no tenía ni permiso de conducir, y encima dio positivo en drogas. Os dejo aquí la noticia que pone los pelos de punta.

Estoy más que segura que este tío y sus amigos en cuatro días están en la calle, entre que es menor y que conducía bajo los efectos de las drogas. Dirán que no era consciente de sus actos o alguna mandanga de esas. Y yo me enfado y me siento impotente. ¿Qué hace un menor con un coche y encima drogado? Y si te paran para un control, huye si no te interesa, ya te pillarán, pero no agarres a nadie y lo mates. 

La pregunta que llevo en mi cabeza hoy es qué puede aportar este zagal a la sociedad. Yo desde luego siento que la justicia nunca será suficiente.

Londres. Día 3 o día de sueños cumplidos

Tercer día y el mejor de todos.
Madrugón al canto, desayuno a tope y corriendo al Parlamento. Tenemos visita guiada y llegamos tarde. Tratad de imaginar a 30 adultos saliendo del metro a todo correr y saltando por las escaleras. En ese momento gritamos BOMBA y la que liamos es pequeña. Bueno, hubiéramos acabado todos entre rejas. Finalmente llegamos al Parlamento, y aunque es un poco tarde, les hacemos un poco la pelota y nos dejan pasar. Hora y media paseando por allí y escuchando a Howard, nuestro guía, un señor de pelo blanco muy cachondo que dice que sabe hablar castellano pero que se niega (JÁ!). Salimos de allí y nos vamos de paseo al Palacio de Buckingham. Damos un poquito de rodeo y pasamos por el parque St. James. Allí se cumple uno de mis sueños (soy chica de sueños sencillos) y consigo que una simpática ardilla se acerque a mi mano a comer un poquito de bollo que tenía en la mochila. Mis amigos me inmortalizaron en una foto, pero una puñetera paloma decidió pasar en ese momento por delante y casi no se ve mi ardilla...

Pillamos el metro y la idea es ir al British Museum, pero antes hacemos un alto en el camino, y vamos a King´s Cross - Saint Pancras. Allí está el anden 9 y 3/4 (una fan de Harry Potter como yo no puede visitar Londres y no ir allí!). Me pego más de una hora de cola, pero al final salgo feliz con mi foto (y con otro sueño cumplido). Cruzo la tienda de recuerdos de Harry y no sé cómo logré aguantar sin comprar la tienda entera.

Salimos por una estación de metro en la que nos toca subir cien mil escaleras (no exagero) y vamos a comer. Y es entonces cuando llueve. Que aún no nos había llovido!! Parte de la tarde se nos va en el Museo y de ahí acabamos en Harrods (qué caaaaaaaro es todo) y en Chinatown. Terminamos la tarde con dolor de riñones, en un bar muy chachi y luego a cenar por la zona de Covent Garden. 

Un día genial, agotador, pero con sueños cumplidos. Cuando te emocionan los pequeños detalles, es más fácil ser feliz.